derecho social. En nuestra “aldea global”, hay que tener buena reputación. Pero nunca tan pocas personas que dominan las redes sociales han podido causar tanto daño a una empresa de alto perfil. ¿Puede entonces un empleador prohibir que sus empleados los utilicen?
En primer lugar, existen normas de obligado cumplimiento dictadas por las autoridades públicas. Después de que muchos países (Canadá, Estados Unidos, Reino Unido) y las instituciones de la Unión Europea (UE), ahora prohibieran a sus funcionarios instalar TikTok, con sus 1.700 millones de suscriptores, en los instrumentos profesionales, el gobierno francés siguió para los funcionarios en Viernes 24 de marzo. Muchas empresas de defensa legítimamente hacen lo mismo.
Pero más allá de posibles manipulaciones políticas, en términos de espionaje, o incluso Kompromat [en russe, dossier compromettant], ¿Es TikTok realmente más peligroso que LinkedIn, donde ejecutivos en puestos muy sensibles, no de mente abierta pero sí boquiabiertos, intercambian con extraños bajo los más diversos pretextos, permitiendo, entre otras cosas, la instalación de software abusado? La inteligencia económica también es una cultura.
En el sector bancario, ciertas comunicaciones profesionales deben conservarse legalmente por motivos probatorios: por lo tanto, el empleador puede excluir el uso de la mensajería instantánea y otros bucles privados de WhatsApp.
¿Pero en el sector privado tradicional? Dueño de las herramientas profesionales y legítimamente obsesionado con la seguridad informática, el empresario puede, bajo su potestad de gestión, prohibir la instalación y, en su caso, el uso de determinadas redes de riesgo. Mencionándolo en el reglamento, pero también evitando cualquier lista, para no convertirse en tecnocautivo, y se limita al uso de ciertas tecnologías únicamente.
Más vale prevenir que castigar
Dos límites. La prohibición no puede afectar al personal portátil del trabajador, a fortiori utilizando una conexión externa; pero puede excluir cualquier sincronización automática con cuentas profesionales.
Además, muchas empresas son muy ambivalentes respecto a las redes sociales con cientos de millones de suscriptores, que se han convertido en instrumentos imprescindibles de su marketing, incluido el social (por ejemplo, a nivel de captación). Algunos incluso piden a sus empleados que retuiteen o compartan la información de sus compañeros o de sus “embajadores”, estos empleados animan a promocionar la “marca empleadora”. Por ello, con fines educativos, las “cartas” se han multiplicado para recordarles las reglas básicas: confidencialidad, descargas, fotografías, nombres de compañeros, etc.
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